“Hemos contribuido a hacer entender que los yacimientos son un espacio vivo”

ImatgeAmalia Pérez-Juez es doctora en Prehistoria y Arqueología por la Universidad Autónoma de Madrid. En la actualidad, es directora de Boston University Study Abroad Programs en España y profesora titular adjunta de los departamentos de Historia y Arqueología de dicha universidad. Desde hace más de veinte años, trabaja excavando, investigando e impartiendo clases sobre yacimientos arqueológicos en España, que van desde la Edad del Hierro hasta el siglo xx. Además, su especialidad se centra en la gestión del patrimonio arqueológico, parte indisociable de la investigación y que pudo desarrollar dirigiendo el Área de Gestión Cultural de la Fundación Atapuerca. Ha publicado numerosos libros y artículos, y desde el año 2001 codirige el proyecto de la Universidad de Boston de investigación arqueológica en Menorca, donde se trabaja en diferentes yacimientos de la isla, especialmente en Torre d’en Galmés. Pérez-Juez es miembro del Institut Menorquí d’Estudis y del Comité de ICOMOS España.
 
Inicialmente, estudió Derecho. ¿Qué le hizo cambiar el rumbo de su carrera profesional?
De hecho empecé estudiando Historia, me gustaba muchísimo el tema de la protección del patrimonio. Cuando yo empecé, nadie hacia gestión de patrimonio. Entonces simultaneé Historia y Derecho hasta que me dieron dos becas Erasmus, una de ellas en Francia. 
 
Su relación con la Universidad de Boston comenzó en su época de estudiante, ¿qué la llevó a cruzar el charco?alt text
Cuando regresé de Francia, pedí la beca de doctorado en EE. UU. y me la dieron. Estudié en Boston, hice algunos contactos, y cuando volví a Madrid y acabé la tesis, me contrataron en Boston University Madrid. Y desde entonces siempre he tenido relación constante con sus programas de estudio internacionales. 
 
¿Y cómo surgió su interés por Menorca Talayótica?
En el departamento de la Universidad de Boston me pidieron que organizara un campo de trabajo de arqueología, unas prácticas obligatorias para los alumnos que se debían realizar en verano. Y yo pensé: “¿qué sitio hay que científicamente sea alucinante y donde podamos pasar seis semanas con los alumnos durante el verano?” La respuesta estaba clarísima. Además, conozco mucho Menorca porque desde que era pequeña he venido con mi familia y siempre me han interesado muchísimo las taulas y la conservación de los yacimientos. Siempre estaba muy atenta a lo que pasaba en la isla. Digamos que coincidieron personal y científicamente dos intereses. Para que los proyectos tiren para adelante necesitas que haya una persona que tenga entusiasmo, a mí no me costó mucho llegar al departamento y presentar el proyecto en Menorca. En seguida vinieron dos colegas de la universidad, se enamoraron de la isla, de las posibilidades científicas del proyecto… En Madrid había excavado mucha Edad del Hierro, que es el mismo periodo que los yacimientos talayóticos. 

Desde su punto de vista, ¿cuáles son las aportaciones más valiosas de la candidatura de Menorca Talayótica?
La candidatura me parece excelente, no entiendo cómo no se había hecho antes, es una pasada. Aporta muchas cosas al patrimonio mundial, la primera: el excelente estado de conservación de los monumentos. Es impresionante el número de yacimientos y además están bien preservados. Es que se pueden contar por decenas. Además, es un estado de conservación vivo, no es que se hayan abandonado y los haya cubierto la vegetación, es que se han seguido utilizando de alguna manera a lo largo de 2.000 años. Y esa relación entre el hombre y el territorio es fundamental. Además, científicamente tiene un potencial tremendo. Es una cultura que interactúa en el Mediterráneo durante el i milenio a. C. y de la que se saben cosas, pero a nivel local. Compartir todo este conocimiento con el mundo es muy importante, es una candidatura buenísima.

Con la Universidad de Boston ya lleva 17 campañas trabajando en Menorca, ¿cómo fueron los comienzos del proyecto?
Nosotros empezamos a trabajar aquí en 2001, de la mano de Amics del Museu de Menorca. Por aquel entonces, solo estaban trabajando ellos y los de Sanitja. A partir de 2003, decidimos separar los proyectos porque empezaron a aparecer alumnos de doctorado de la Universidad de Boston que querían continuar con el trabajo durante el año, también tenía colegas que se querían incorporar para hacer geoarqueología, fauna, botánica, etc. Conseguimos armar un equipo lo suficientemente grande como para poder montar nuestro propio proyecto. Desde entonces, hemos venido cada año, exceptuando cuando nos hemos cogido una study season, que es cuando nos dedicamos a estudiar y analizar las cosas.  

¿Cuáles cree que son los principales logros del proyecto de la Universidad de Boston en Menorca?
Cuando empezamos hace 20 años queríamos estudiar la ocupación diacrónica de los yacimientos talayóticos, es decir, no nos queríamos parar en el Talayótico Final o en la época romana. Nuestro proyecto estaba centrado en el uso del espacio doméstico a través del tiempo, en cómo las distintas culturas habían ido adaptando los yacimientos: los talayóticos, los romanos, los musulmanes, incluso en época moderna. Este estudio diacrónico fue una aportación de la Universidad de Boston y creo que hemos contribuido a hacer entender que los yacimientos se siguen reocupando y abandonado a lo largo del tiempo. ¡Incluso en el siglo xxi están ocupados por los turistas o los arqueólogos! Son un espacio vivo en el que se puede seguir la secuencia de la ocupación. 
La segunda cosa que hemos aportado creo que es el estudio del mundo andalusí en los yacimientos talayóticos. La huella musulmana está presente en Menorca, lo vemos en la toponimia por ejemplo, pero no había un estudio concreto sobre la reocupación de los yacimientos en la Edad Media. Desde el año 2010 hemos intentado mapear y excavar, en colaboración con otros colegas, todas las estructuras islámicas que aparecen por lo menos en Torre d’en Galmés. 
En tercer lugar, cuando llegamos en 2001, aportamos una forma de ver la excavación arqueológica muy interdisciplinar, quizás porque teníamos un equipo que venía de todas las ramas, gente que hacía estudio de fauna, semillas, carbono… Ahora ya se hace en todos los yacimientos, pero entonces no era tan común. 
Y por último, desde el principio dijimos: vamos a llevar los resultados de nuestros estudios a los congresos más importantes de España, Europa y EE. UU. Y así lo hicimos desde el segundo año. De esta forma, ha habido una presentación o publicación de la Universidad de Boston anualmente, lo que creo que ha ayudado a difundir el trabajo que se hace en Menorca. 

alt textA pesar de la pandemia, la Universidad de Boston pudo continuar los trabajos en Torre d’en Galmés. ¿Qué avances se han logrado?
A pesar de que no pudieron venir los alumnos por la situación sanitaria, logramos sacar adelante la campaña 2020 con voluntarios, con la colaboración de Amics del Museu y colegas que vinieron de todas partes. 
Hemos identificado ocho casas islámicas en Torre d’en Galmés, excavamos dos hace unos años y en 2019 una tercera. En 2020 terminamos de excavar una casa del siglo XII, la restauramos y ahora está abierta al público. Así se pueden ver todas las fases de ocupación del yacimiento. 

El 17 de junio tienen previsto retomar los trabajos en Torre d’en Galmés, ¿cuáles son los planes para la campaña 2021?
Pues esperamos que dure hasta finales de julio. Seguiremos haciendo lo mismo, queremos conseguir una imagen completa de lo que es la secuencia islámica en Torre d’en Galmés y cómo se articula con el sustrato talayótico que hay debajo.

 
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