La candidatura de Menorca Talayótica a Patrimonio Mundial de la Unesco para el año 2022 afronta horas decisivas. En pocos meses se sabrá si la isla consigue la preciada distinción. Sería la culminación de un proceso en el que han trabajado codo con codo, durante años, el sector científico, la administración y multitud de entidades. Un camino largo, mucho más largo de lo que seguramente se pensaba en un inicio, que ha implicado comunicar muchos procesos a menudo muy complejos para gran parte de la población, pero que eran necesarios para llegar exactamente donde nos encontramos ahora.
Para afrontar esta etapa decisiva, hemos redactado un plan de comunicación. Un plan de comunicación es una herramienta que habitualmente utilizan empresas y toda clase de entidades y administraciones, un documento donde se definen las estrategias comunicativas y las acciones que deben llevarse a cabo para lograr un objetivo, en este caso ser Patrimonio Mundial, lo que implica explicar qué somos y qué hacemos, a qué público nos queremos dirigir a cada momento, cómo nos dirigimos y qué mensaje les transmitimos. Para elaborarlo, mantuvimos reuniones con profesionales vinculados con la candidatura, como la directora del Museu de Menorca, Carolina Desel; la presidenta del Consejo Científico del IME, Cristina Rita; y con gestores culturales de la Península, como el artífice del festival Tarraco Viva, Magí Seritjol. Después hicimos un estudio para definir todos los segmentos de públicos (local, nacional e internacional) a los que nos queremos dirigir y los agentes con los que llegar a ellos de la mejor manera posible. Hicimos un análisis poniendo de relieve las fortalezas, pero también las debilidades de la candidatura, repasamos las acciones más representativas que se han hecho hasta ahora y, a partir de todo ello, hemos propuesto 83 nuevas, de las cuales se llevarán a cabo 8 hasta final de año. Y es que el plan es un documento vivo, con la voluntad de perdurar más allá de la candidatura, que se puede usar más allá de julio de 2022.
Entre las propuestas, hay algunas que ya se han empezado a hacer, por ejemplo un producto propio y artesano como es la cerveza Talayótica; otras se han realizado recientemente, como propiciar la visita del embajador de España ante la Unesco; y otras se harán en los próximos meses, como hacer un ciclo de presentaciones de la candidatura en cada municipio de Menorca o realizar un programa de talleres escolares con entidad propia.
Lo que proponemos es establecer sinergias con otras plataformas, como son Menorca Región Gastronómica Europea, la marca Reserva de Biosfera o Menorca Starlight con el objetivo de ahorrar costes y aprovechar la visibilidad que tienen. Ya se ha visto recientemente en el concurso European Food Gift Challenge. El plan también propone herramientas para hacer más accesible la arqueología y redescubrir el patrimonio común.
Partimos de la base de que sólo se ama lo que se conoce, y cuando se conoce a la vez se valora, se estudia y se protege. En este sentido, posiblemente la pandemia sanitaria que vivimos ha puesto de manifiesto lo que implica vivir en un territorio finito como es una isla, que exige hacer una gestión sostenible de los recursos y desenvolverse gracias al esfuerzo de todos.
Todo esto también nos remite a nuestro pasado talayótico. La dimensión de las construcciones de la cultura talayótica transmite un mensaje de esfuerzo colectivo llevado a cabo por una comunidad reducida, con recursos finitos y un modo de vida basado en la sostenibilidad. Ahora es el momento de dejar bien claro la importancia de una civilización única, con una forma de ser y de estar en el mundo que ha pervivido al paso de los siglos a través de los monumentos arqueológicos y del paisaje que nos rodea.