A finales del segundo milenio aC, coincidiendo con la edad del bronce final y el inicio de la edad del hierro, las comunidades humanas que habitan Menorca comienzan a experimentar grandes cambios. No sabemos si estos son consecuencia de la propia evolución interna de la población isleña o de la llegada de nuevos contingentes de población. En cualquier caso, se reflejan en el abandono gradual de los pequeños asentamientos de navetas de habitación y su sustitución por poblados de mayores dimensiones, con calles, espacios abiertos y zonas de usos diversos, que se articulan en torno a construcciones monumentales de carácter público en forma de torre: los talayots. Este cambio de modelo de asentamiento se debe a un aumento cada vez mayor de la población y la necesidad cada vez más importante de controlar el territorio a fin de satisfacer las necesidades de una población en crecimiento.
Las dimensiones y el número de talayots que puede llegar a haber en un mismo poblado, así como la extensión de estos mismos asentamientos, pueden indicar una jerarquía entre ellos, con la presencia de núcleos principales que abarcan y controlan amplios territorios, y una serie de poblados más pequeños subordinados a los poblados principales. En cualquier caso, los poblados talayóticos siempre se encuentran en lugares elevados y alejados de la costa, con un buen dominio visual, y hay partes, con una concentración mayor en la mitad sur de la isla, más favorables al cultivo y al aprovechamiento de los recursos hídricos.
La sociedad talayótica, como la precedente, tiene un modelo económico basado en la agricultura y la ganadería. El cultivo de cereales continúa jugando un papel importante, y la ganadería se centra aún en la cría de la oveja y la cabra, y en menor medida del ganado vacuno y porcino, con un incremento de los productos secundarios derivados de los animales domésticos, la introducción de especies nuevas, como la gallina y el conejo, y la casi nula práctica de la pesca y la recolección.
El mundo de los vivos
El talayot es la construcción más representativa de este periodo. Se puede describir como una gran torre troncocónica construida con técnica ciclópea con piedras del entorno, poco desbastadas y en seco. Al contrario que los talayots mallorquines, los de Menorca presentan formas y tipos muy variados. Los talayots menorquines son de mayores dimensiones que los de la isla vecina, pocos tienen cámara interior accesible al mismo nivel, otros tienen corredores estrechos con rampa, y los más monumentales suelen ser macizos y presentan el espacio de uso en la parte superior.
La aparición de los talayots, en el tránsito del segundo al primer milenio aC, nos indica una ruptura respecto al periodo anterior en cuanto al tipo de construcciones, pero no con la técnica, que entronca con la de aquella fase. La función del talayot es todavía hoy incierta. Las teorías más extendidas son las que defienden que son centros comunitarios de distribución de productos alimenticios en un contexto social de carácter igualitario; elementos de prestigio y poder de las clases dominantes en una sociedad fuertemente estratificada o en proceso de jerarquización; edificios de carácter militar y de control del territorio; o, en una vertiente más simbólica, elementos de cohesión social, ya que su construcción requiere de un esfuerzo comunitario y de una organización del trabajo. En cualquier caso, la variedad de los talayots menorquines puede indicar que tuvieran funciones diversas o que fueron construidos en contextos y momentos diferentes.
Aparte de los talayots, se conocen edificios construidos con técnica ciclópea que se adosan a ellos. Los pocos recintos excavados hoy (Cornia Nou es el más significativo), dejan constancia de que no tienen una función doméstica, sino que son lugares donde se procesan los productos derivados de la actividad agrícola de las comunidades que los utilizan. Por otro lado, disponemos todavía de poca o nula información de cómo y dónde vivían los grupos que construyeron los talayots, una de las grandes incógnitas, hoy por hoy, de la prehistoria menorquina.
El mundo de los muertos
El mundo de los muertos de la época talayótica se sigue caracterizando por los enterramientos colectivos. A diferencia de los talayots, que se sitúan en lugares elevados, los espacios destinados a usos funerarios se localizan en barrancos, depresiones, acantilados y calas alejadas del mundo de los vivos, y repartidos alrededor de la isla.
En un primer momento se utilizan todavía las navetas de enterramiento, pero se abandonan gradualmente a lo largo de este periodo. La más conocida de estas construcciones es la naveta des Tudons, una tumba colectiva construida con muros de piedra de doble paramento, con técnica ciclópea y en seco. Cuando se entierra un individuo, los restos óseos de los anteriores se decantan hacia las paredes interiores de la naveta, convirtiéndose a la larga un depósito desordenado de huesos y objetos funerarios.
Paralelamente a las navetas de enterramiento, en el transcurso de la cultura talayótica y hasta el final de este periodo, se siguen utilizando las cuevas naturales con cierre con muro ciclópeo en la entrada, situadas en acantilados, barrancos y en zonas alejadas de los poblados. Son tumbas colectivas en las que se practican rituales sólo documentados en Menorca: de la disposición de los cuerpos en posición fetal, atados y envueltos en una piel de animal, a rituales específicos realizados con el pelo de los difuntos, que se tiñen de rojo, se cortan algunos mechones y se meten dentro unos contenedores cilíndricos de cuero o madera. En todos los casos, estas cuevas se convierten en verdaderos osarios, en el que los cráneos reciben un tratamiento diferenciado y que no demuestran un trato preferente y diferenciado entre individuos.
Otros tipos de construcciones funerarias de la época talayótica son los hipogeos de planta sencilla de forma circular u ovalada y, más adelante, los hipogeos con puerta de entrada rectangular y planta más compleja, con presencia de columnas en muchos casos. Es este un modelo que aparece al final de este periodo y se generaliza en el siguiente. En estos tipos de enterramiento se hace evidente una cierta riqueza en los ajuares funerarios, con la presencia de armas y objetos ornamentales suntuosos.