Carolina Desel González es directora del Museu de Menorca desde el año 2014, cuando sustituyó en el cargo al arqueólogo Lluís Plantalamor. Licenciada en Historia del Arte y con un máster en Museología, bajo su dirección esta institución cultural empezó un nuevo camino con la voluntad de abrir el museo a la ciudadanía y reforzar su vertiente más didáctica. Como uno de los espacios museísticos más emblemáticos de la isla, el Museu de Menorca ejerce de guardián de los mayores tesoros de la cultura material talayótica.
Empecemos por conocer un poco su trayectoria. ¿Qué le hizo dedicarse a la museología?
Estudié Historia del Arte y en la carrera tienes asignaturas de museología y difusión del patrimonio. Esto es lo que más me gustó de la carrera. Al terminar, te planteas qué más quieres hacer, así que cursé el máster en Museología. Siempre me ha gustado mucho el tema didáctico, ser un puente entre el arte y la gente. Alguien tiene que traducir el arte, la cultura y la historia al público. Este tipo de difusión siempre me ha gustado.
De la pasión ha hecho su profesión. ¿Cómo llegó a la dirección del Museu de Menorca?
Yo era la directora del Museo del Valle de Arán, en Viella. Por cuestiones familiares, vinimos a vivir a Menorca y me enteré de que Lluís Plantalamor, el anterior director del museo, se jubilaba. Presenté mi candidatura y propuesta para la dirección del museo a Maruja Baíllo, que entonces era la consellera de Cultura, y me dio la oportunidad de ser la directora. Y Miquel Àngel Maria, el actual conseller de Cultura, me volvió a dar la confianza y aquí estamos, dirigiendo el museo desde 2014.
¿Qué peso tiene la cultura talayótica en la colección del Museu de Menorca? ¿Qué encontrará el visitante interesado en conocer esta etapa de la prehistoria menorquina?
Si tuviéramos que hablar de cifras, la colección total del museo tiene aproximadamente 250.000 piezas y quizás el 80% son de la prehistoria de Menorca, no sólo de la cultura talayótica. Explicamos la prehistoria de Menorca desde diferentes puntos de vista: cómo vivían, qué comían, cómo trabajaban, cómo concebían la muerte y cómo eran enterrados… Todos estos aspectos cotidianos que conocemos a través de la arqueología y los estudios que la rodean es lo que hemos intentado plasmar en las dos primeras salas de exposición del museo. Para nosotros, la parte de prehistoria es, junto con la del siglo XVIII, uno de los ámbitos más singulares y que suscitan mayor interés.
En el museo se conservan algunos de los tesoros más importantes de la cultura talayótica. ¿Cuántas piezas hay actualmente de este período? Y desde su punto de vista, ¿cuáles son las más relevantes?
En la exposición permanente hay aproximadamente 600 piezas. Cuando hicimos la reforma de 2018 intentamos que todas las piezas que se expusieran tuvieran unas buenas condiciones de lectura, es decir, que fueran piezas más enteras y que sirvieran para contar las historias que había detrás: cómo se vivía en esa época.
En cuanto a las más relevantes, para mí lo es todo el tema relacionado con el ritual funerario del cabello. Tenemos una trenza, un tubo donde se depositaba el pelo de los muertos, peines…; creo que son las piezas más interesantes porque se han conservado muy pocas y es un ritual único en la prehistoria. Luego también destacaría todo lo relacionado con la producción de comida, el gran número de molones que tenemos en la colección.
Fieles a la idea de acercar la cultura talayótica a la ciudadanía, el museo ha puesto en marcha acciones tan originales como la creación de la cerveza Talaiòtica. ¿Cómo surgió esta iniciativa conjunta con la candidatura de Menorca Talayótica?
Todo empezó con la primera cala en el hipogeo de sa Mola, donde encontramos 50 vasos de fondo alto, que se sumaban a los 400 que ya teníamos del fondo Flaquer, y decidimos analizarlos. Es una cerámica única en Menorca, que sólo se ha encontrado en este sitio y que nunca había sido analizada con un trasfondo científico. Se realizaron unas extracciones que se analizaron en la Universidad de Granada y en el Instituto Milà i Fontanals de Barcelona, y se concluyó que estos vasos habían contenido un brebaje parecido a la cerveza. Entonces contactamos con Grahame Pearce, cerveceros de Sant Climent, y junto con los análisis iniciales y otros que se habían hecho sobre el uso de plantas en la época, fuimos haciendo pruebas. Fue una especie de arqueología experimental. El resultado nos gustó mucho y decidimos comercializarla junto con la candidatura de Menorca Talayótica. Ha tenido muy buena acogida. Lo que en principio era una iniciativa puramente de arqueología experimental ha terminado en la calle. Es un producto de km 0 y hecho con gente de Menorca, similar a lo que habrían hecho los talayóticos.
¿Qué actividades relacionadas con la cultura talayótica tiene programadas el museo para este año?
Nosotros vamos haciendo actividades entorno a la exposición temporal del momento, porque es una forma de ir haciendo actividades nuevas. Queremos darle la oportunidad a la gente de descubrir nuevos aspectos de la cultura de Menorca. Sin embargo, la cultura talayótica y la prehistoria de la isla son uno de nuestros puntales. Aparte de las excursiones que hacemos, tenemos la pieza del mes, organizamos conferencias sobre la cultura talayótica… Este año hablaremos mucho de la importancia del toro dentro de la cultura talayótica, una de las divinidades. Una de las excursiones más interesantes que haremos es la de Son Olives, que nunca se ha hecho, un yacimiento interesante y bastante desconocido todavía.
Precisamente las excavaciones en el hipogeo de sa Mola forman parte de los importantes proyectos de investigación sobre la cultura talayótica del museo, junto con las de Cornia Nou. ¿Cuáles son los principales avances de la campaña 2021?
En el hipogeo de sa Mola lo que se hizo el año pasado fue más bien una campaña de extracción; ya sabíamos que encontraríamos mucho material. Aparecieron unos sesenta vasos de fondo alto y otros tipos de cerámica. Se decidió que este año no habría campaña de excavación, será de microexcavaciones y las realizaremos en el laboratorio, donde analizaremos todas las piezas que se extrajeron.
Cornia Nou es una de las excavaciones que actualmente ha dado noticias más relevantes, porque se han realizado análisis de carbono 14 con universidades europeas y se ha ido variando la cronología de la prehistoria menorquina que se consideraba hasta ahora.
Como comentábamos, además de la vertiente social y didáctica, el museo tiene en marcha importantes proyectos de investigación, como las prospecciones arqueológicas subacuáticas del litoral menorquín. Las campañas de excavación en el pecio de Binissafúller que se llevaron a cabo entre 2006 y 2016 son un ejemplo. ¿Qué tiene previsto para este año en este apartado de patrimonio subacuático?
En el ámbito de patrimonio subacuático hemos estado colaborando mucho con Amics del Museu, porque Octavi Pons, uno de nuestros arqueólogos, es arqueólogo subacuático. Este año no hay ninguna concreta; son más de control. Hay que ser muy consciente de este patrimonio, es muy delicado y susceptible de expolio. La última gran campaña que hicimos fue antes de la pandemia, 2019, cuando trabajamos con la Universitat de Catalunya en la bahía de Calescoves. Recientemente, colaboramos en el último dragado del puerto de Mahón. El patrimonio subacuático es más desconocido y todo el trabajo que comporta la restauración de una pieza extraída del mar es importantísimo para las restauradoras del museo.
Este año es clave para la candidatura de Menorca Talayótica. ¿Qué papel debe tener el museo con vistas a la posible inscripción de Menorca Talayótica en la Lista de Patrimonio Mundial en el mes de junio?
En el Museu de Menorca y en el de Ciutadella es donde están todos los bienes que se recuperan de las excavaciones. Por tanto, debemos preocuparnos del legado material de la cultura talayótica. Nos gusta pensar que somos la puerta de entrada a esta cultura, porque te explicamos cómo eran, cómo vivían, qué hacían, cómo moría la gente talayótica. Una vez impregnado de esta cultura, puedes ir a ver los yacimientos y seguramente entenderás muchas más cosas. Tenemos maquetas de toda la arquitectura de esa época, que ayudan a entender este mundo. Durante todo el proceso de la candidatura, nosotros hemos dado apoyo tanto técnico como moral, y estamos en los órganos consultivos. Si en junio obtenemos la declaración, el museo debe ser la puerta para entrar a conocer esta cultura fascinante. Acoger a los visitantes e investigadores para estudiar los objetos, ese es nuestro papel.